viernes, 14 de marzo de 2014

La Galería Real

Caminaba por los jardines del castillo la hermosa damisela, caminaba pensativa; como de costumbre. Sin saber que desde lo alto el Rey la miraba, sin saber lo que el viento le decía, sin escuchar a la brisa del mar que estremecía las arenas de la playa, sin saber nada más…
De pronto la estridente y varonil voz de Henry la estremeció.
– ¿Lista para irnos?
–Sí, ¿A dónde iremos? –pregunto Celtica llena de curiosidad.
–Iremos a la galería de arte, está al otro lado de la aldea cerca de la librería.
– ¡Qué interesante suena eso! –exclamo la bella doncella entusiasmada.
Tomaron una carroza del palacio que los llevo hasta la enorme galería de arte. El edificio era uno de los más grandes de aquella aldea y uno de los más hermosos y emblemáticos, tenía unas hermosas columnas labradas en rocas de río con pequeñas y hermosas incrustaciones de esmeraldas, simulaban las escamas de los dragones; la ninfa no puedo evitar sentirse entusiasmada y algo aterrada, pues los dragones le recordaban a su hogar, pero también les temía.
Entraron en aquel edificio, y apenas miro las pinturas que allí se encontraban se sintió como en su amado bosque, por todos lados había pinturas de ninfas, de hadas, fanos, centauros, elfos, dragones y sirenas. Reconoció al instante a todos esos seres maravillosos que no había visto hacía mucho tiempo; se sentía extasiada y maravillada.
–Son hermosas –dijo a su acompañante. –No tenía idea de que este lugar existiera.
–Me alegra que te guste –dijo el Príncipe –pensé que te gustaría ver algo diferente.
–Sí, me encanta pero… ¿Cómo es que tienen estas bellas ilustraciones, si son seres que no existen? O al menos yo no he visto a ninguno –dijo ella negando a su mundo, pues le aterraba la idea de ser descubierta.
–Bueno, algunos los han visto y ellos son quienes los han pintado como los recuerdan –contesto Henry – ¡Ven!, te mostrare algunos de los más importantes.
Caminaron y se pararon frente a algunos de aquellos cuadros, en especial frente a algunos que los humanos consideraban deidades; entre los cuales destacaban el de un hombre con cola de pez que agitaba las aguas, considerado del Rey de los océanos y protector de los marinos, la Ninfa lo conocía bien, por su culpa ella casi muere. Vio también uno de una mujer que acariciaba a un dragón como si se tratase de un cachorro, y a quien los humanos consideraban a la protectora de los bosques y las aldeas, ¡que equivocados estaban ellos! La protectora de los bosques era Mística, y la Valkyria que había jurado ser la protectora de que ninguna especie se cruzara con la otra. Pudo observar un cuadro en el que se apreciaban a muchas doncellas que vestían hojas de los árboles, algunas que nadaban en un estanque y otras que se veían iluminadas por el fulgor de una llama, todas a merced de un macho con cuernos y pesuñas, no podía ser otro más que aquel Fauno del que ella escapo; según Henry, ese macho cabrío era el dios de los hombres que buscan ser hábiles en las cuestiones del amor.

La Ninfa pudo ver hermosos cuadros que le recordaban a su hogar, vio algunos de hombres que cazaban dragones, de marinos que eran seducidos por las sirenas, de centauros que cabalgaban por las colinas y harpías que remontaban los cielos, todo era muy hermoso pues tenía ante sus ojos un fragmento de su hogar.

sábado, 8 de marzo de 2014

El Rey Baja la Guardia

Se encontraba el Rey observando a la dulce chica del bosque, esperando tener otra oportunidad para convencerla de que se entregue a él, la mira desde lo alto de su torre, ahí donde lleva a las otras mujeres que él desea, ahí a donde la Reina no puede entrar…
La observa pasear por los jardines, es tan hermosa y él espera el momento oportuno para seducirla nuevamente, aunque tal vez la próxima vez no sea tan amable; y mientras más la mira más la desea, su cuerpo se enciende en una fragua incandescente, esperando que en algún momento aquella hermosa doncella decida entregarse a él completamente… De pronto ve que su hijo se acerca a ella y la saluda, se inclina ante ella y le besa la delicada mano; cree que su hijo está enamorado de ella, tal vez sea mejor dejarla, no molestarla, ella ya encontró a su amado; o al menos es lo que él cree; sin saber que ellos son solo amigos, aquel monarca cree que puede dañar la felicidad de su único hijo, si sigue merodeando a la chica de la bella voz; aun cuando no ama del todo a su esposa, si ama a su hijo, y no se interpondrá en su felicidad.
El Rey ha decidido dejar a la hermosa doncella, de frágil aspecto y de belleza infinita, no puede hacerle eso a su hijo, así que cierra las cortinas de su alcoba y decide ira tras otra desdichada que busque placer, y un mejor puesto en la corte.

Adiós a la Ninfa que ahora esta con el Príncipe, adiós a aquella que se ve feliz con el heredero al trono… Adiós.