Caminaban juntos, entre los árboles y los
matorrales, Celtica respiraba el aire de su hogar, de su mundo… y se sentía
dichosa, pero también sabía que se arriesgaba demasiado, pues podía escuchar a
los arboles decir “traidora”, al viento susurrar “maldita”, a las aves trinar
“algún día lo pagaras”… sabía que su acompañante no podía percibir las
palabras, pues eran idiomas completamente distintos.
Tras caminar un poco más y admirar la belleza
de la Ninfa, Declan se atrevió a romper el silencio…
–Y… ¿Cómo te has sentido en la aldea y en el
castillo? ¿Te gusta la vida de la corte?
–Sí –respondió ella con más seguridad, pues
de algún modo ya se había acostumbrado a su presencia, pero mantenía la guardia
en alto.
–Creo que eres magnifica cuando cantas, no
logro entender como lo haces, pero es hermoso.
–Gracias.
–Quiero preguntarte algo, ¿Por qué te fuiste
de tu aldea?
–Quería conocer otros lugares, algunos se
opusieron y creo que más bien termine huyendo.
– ¿Huyendo? ¿De qué? De algún amor ¿Tal vez?
–No, creo que fue de mi misma, creía que iba
a enloquecer.
–Entiendo, a veces me pregunto cómo sería mi
vida si me marchara, si de pronto decidiera tomar mis cosas y cabalgar sin
rumbo… –no terminó de decir la frase cuando ambos escucharon un sonido extraño
proveniente del interior del bosque. Ella lo reconoció al instante, sus
sentidos se agudizaron profundamente y sabía que no estaba tan segura, pues
conocía muy bien ese ruido… era el centauro, no podía verlo, pero podía sentir
su presencia.
–No estamos solos –dijo él. Sabía que allí
había algo, solo que él no estaba seguro de lo que era.
–Lo mejor será que volvamos.
–Si, tienes razón, normalmente iría a
averiguar de qué se trata, pero vengo con una dama y no es cortes dejarte sola
aquí… volvamos.
Regresaron tan pronto como pudieron, y una
vez llegado a la aldea la Ninfa se sintió más tranquila, ahora sabía que Declan
no era una amenaza, pero aun desconfiaba de él, sin embargo no era lo más
alarmante para ella, sabía que el Centauro ya estaba ahí afuera, eso solo podía
significar una cosa. La Valkyria ya estaba en la aldea buscándola.