Nadaba tan rápido como podía, nadaba río
arriba evitando a los peces, a los tritones y a las sirenas que se cruzaban en
su camino, nadaba a prisa, llevaba un importante mensaje, estaba asustada y
enojada, se sentía impotente; la mujer con la aleta de pez buscaba llegar al
claro del bosque donde solía vivir, enfadada de no haber logrado derribar al
barco que llevaba a la Ninfa, frustrada por no haber ganado el corazón de aquel
macho con cuerpo de gladiador y patas de corcel veloz, preocupada por sus
compañeros del bosque, aterrada de que nuevamente pasara una masacre en el mar,
pero confiada en que Domina lo solucionaría.
Llegó la chica de agua salada y agua
dulce a la orilla de aquel lugar donde sentía celos de la mujer de las dos
piernas y al lugar donde podía admirar la galante figura de aquel macho a quien
amaba sin ser correspondida, llegó la Sirena a ese lugar preguntando
desesperadamente por la Valkyria Humana, sin tener respuesta alguna, la ninfas
aterradas por su desesperación se preguntaban qué había sucedido, los elfos
intrigados por su obsesión se preguntaban lo mismo, las hadas inocentes se
sentían extrañadas, los faunos lujuriosos esperaban poder pescarla, los
centauros enfurecidos se veían seducidos, y las valkyrias solo escuchaban.
La traición de la Ninfa había llegado hasta
el bosque a través de la palabra de la mujer acuática, en marcha se puso un
ejército de centauros y valkyrias, en marcha a buscar a Domina y a Pesadilla,
en marcha con dirección al norte, en marcha maldiciendo a la Ninfa de bella voz
y la mujer que todo lo puede, la que se transforma y místicamente ayuda a todo
el que ella considera de virtudes puras… allá van en sus corceles, allá van los
machos mitad corcel… ¡Traed a la Valkyria Humana, traedla ya!
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