Caminaban de regreso al castillo los dos
compañeros, Celtica por primera vez se sentía cómoda con la presencia de
Declan, aunque aún seguía dudando de él, solo que ya no era una duda
angustiante y llena de incertidumbre, perecía que a medida que lo conocía, se
daba cuenta de que era un hombre diferente a lo que ella pensaba, se sentía
feliz de estar ahí, de sentir la brisa del viento en su cara y de estar
acompañada de alguien que no la juzgaba ni le preguntaba nada, no era como
Mérida, quien la había estado hartando con sus preguntas diarias…
–Me he divertido mucho, deberíamos hacerlo de
nuevo
–Si, yo también me he sentido muy relajada,
creo que después de todo estuvo bien que la Reina me haya corrido de la torre…
honestamente hoy no estaba de humor para cantar.
Caminaban bajo la luz de la luna y por alguna
extraña razón Declan no paraba de mirar a Celtica y de sonreír con su compañía,
él estaba consciente de que él no era así, pero había algo en Celtica que no
era igual a lo que había en las otras chicas, incluso las doncellas de la corte
le parecían un montón de mujeres frívolas que llegaban a la corte solo para ser
esposas de algún duque, vizconde, o del heredero al trono de aquella nación; ¿pero
Celtica?, él estaba seguro de que ella era mucho más que eso, desde que ella
llego a la aldea, él se sentía intrigado y fascinado por su belleza, por su
voz, por su personalidad que era única y exquisita, pero también sabía todo lo
que decían en la corte, todos estaban seguros de que ella terminaría siendo la
prometida del Príncipe y por lo tanto la futura Reina, tal vez no debía
involucrarse con ella, pero por otro lado; sabía que no se había sentido así en
mucho tiempo, hacía tanto que no se divertía de esa manera, que tenía la
esperanza de que todo aquello que decían en la corte fuera mentira, solo así él
podría dar el siguiente paso.
Ya no estaban muy lejos del castillo y
Celtica se movía con la gracia del viento, soñando y pensando en cosas lindas,
cuando percibió una extraña fragancia que parecía provenir de las flores, miro
hacia ellas y alcanzo a distinguir a algunas hadas, que parecían decirle algo
de forma precipitada y angustiante. Cuando al fin degusto aquel aroma y noto
que era un aroma agrio, se dio cuenta de que las cosas no andaban bien, miro en
dirección contraria y ahí la distinguió, era Domina que caminaba por las calles
en su búsqueda, sabía que ella no la veía pero tenía que escapar antes de que
la viera, sin embargo; no pudo mover sus músculos por los nervios que tenía y
de un momento a otro se desvaneció.
Declan se sintió algo perturbado por lo que
le había ocurrido a su compañera, no sabía a qué se debía que aquella hermosa
doncella se hubiera desmallado, pero se apresuró a llevarla al castillo. Cuando
llegaron allí, Mérida lo condujo hasta su habitación y la recostó sobre su cama,
la amiga de la Ninfa agradeció a aquel caballero y lo despidió diciéndole que
ella se encargaría de cuidar a Celtica.
Esa
noche, Declan no pudo dormir, pero no solo por la preocupación, sino porque
recordaba aquel día tan maravilloso que había pasado a lado de su nueva amiga.